Como las Coordinadoras Comunitarias transforman vidas

‘Me agrada notar la chispa que ilumina a las madres cuando producen cambios en sus hogares. Y comienzan a enfocar más su atención a las maneras de cómo criar a sus niños, o lo que significa practicar buenos hábitos higiene en su casa’.

Por Carolyn Daly

Algo que diferencia a Mil Milagros como organización es nuestra colaboración con las comunidades. No asumimos nuestro trabajo como algo negociable/transaccional o que simplemente estamos tratando de llegar a cierto número de personas. Definimos nuestro trabajo en términos de impacto. Y reconocemos que el impacto únicamente puede lograrse cuando se provee lo que es necesario. El Impacto sostenible solamente puede alcanzarse cuando se trabaja a la par de los beneficiarios, y así producir cambios duraderos.

Este tipo de colaboración puede percibirse de diversas maneras. Las comunidades presentan una propuesta formal a MM, para trabajar en sus comunidades. Se lleva a cabo una serie de reuniones, detallando lo que se espera y se define de cada uno de los participantes, llegando a un consenso, y creando un entendimiento mutuo, comprendiendo bajos las metas y funciones. Cada año durante nuestra inauguraciones, cada uno de los estudiantes, padres y docentes firman un contrato de compromiso alineado a a nuestras metas establecidas. A partir de entonces, capacitamos a niños y madres líderes y ella/os se encargan de liderar los programa en sus comunidades.

Toda iba funcionando bien, pero reconocimos que si queríamos lograr un impacto más profundo, necesitábamos hacer algo más. Las líderes que estaban a cargo de capacitar a sus comunidades demostraron sus increíbles destrezas y habilidades. Y de lo que ellas eran capaces de lograr casi sin recursos, me dejaba boquiabierta una y otra vez.

Decidimos que para desarrollar aún más sus liderazgos, poder impactar más vidas, y poder demostrar al mundo lo que las mujeres indígenas pueden hacer cuando se les presenta la oportunidad, era necesario que las contratáramos para trabajar.

Esta fue la mejor decisión que Mil Milagros pudo haber hecho. En el 2018, creamos la plaza de ‘Coordinadoras comunitarias’. ACC,  quien se le inició como participante del programa, y después madre líder voluntaria, y quien es muy ‘chispuda’ como dicen en Guatemala. Chispuda puede definirse como a una persona que brilla internamente con una luz propia especial, que tiene la pasión para compartir con otro/as, lo que ha aprendido. Para implementar el programa piloto lo iniciamos con dos mueres, trabajando a medio tiempo, trabajado en comunidades que no eran las de ellas.

Las Coordinadoras Comunitarias de Mil Milagros

Hasta el momento, la mitad de nuestro equipo de trabajo esta compuesto de Coordinadoras comunitarias. Diez, mujeres quienes trabajan a tiempo completo, por primera vez en sus vidas devengando un salario con beneficios, proveyendo a sus familias, y liderando maravillosamente en comunidades rurales. Cada una de ellas es merecedora de ser mencionada en este texto. Ellas me inspiran y logran que mis días complicados sean más valiosos.

Hoy voy a referirme a Mónica. Es ella la modelo de líder notable, y no porque sea  bulliciosa, ni que llame la atención intencionalmente, sino por la manera como la gente escucha lo tiene que decir. Ella es poseedora de una calmada presencia y rápida genuina sonrisa. Veo a Mónica, y me siento relajada y amada al mismo tiempo, y sé que no soy la única.

A veces resulta difícil encontrar la palabras exactas para describir a líderes como Monica y la manera cómo generan respecto, pero al poner atención detenidamente, puede notarse que se trata de un cúmulo de pequeños detalles, y un profundo respecto hacía los demás.

A principio del año, cuando me encontraba de visita en Guatemala, fui a la escuela asociada donde Mónica conduce los Programas de desarrollo infantil, nutrición, salud e higiene. Esa mañana se presentaría el primer taller ECD. Observé como Mónica y Shirley, su compañera de CC, se presentaron con 30 minutos de anticipación y arreglaron el salón exactamente como les parecía mejor, dividieron sus responsabilidades y probaron sus balanzas. Y mientras Shirley pesaba y medía a los bebés y a niños pequeños, Mónica sentada junto a las madres conversaba con ellas. Yo estaba fascinada.

Los guatemaltecos indigenas son reservados, y la reciente historia del conflicto armado interno, ha dejado a muchos de ellos con sentimientos  de desconfianza hacia extraños, y por lo mismo, nos ha llevado tiempo ganarnos su confianza.

Durante el transcurso del taller, Monica preguntó a las madres cuáles eran los alimentos favoritos de sus hijos, a qué distancia ellas vivían, cuál era el aspecto más difícil  de criar a un bebé de dos años de edad, y las madres respondieron. Y sus respuestas no fueron de una sola palabra o mirando al suelo. Ellas participaron en conversaciones largas, sonriendo y con el sentimiento de que estaban siendo escuchadas

¿Cuál fue su meta al generar las primeras conversaciones? Le pregunté a Monica, durante nuestra evaluación, después del taller.

‘Me propongo que las madres sientan que ellas son importantes para mí. Les hago preguntas sencillas para ayudarlas a soltarse. Y quiero demostrarles que las escucho y establezco esa relación con ellas. De tal manera que cuando tengamos el problema de que un niño no se está desarrollando tan bien como debería ser, ellas se sientan cómodas, diciéndome que están teniendo problemas y luchando para que coma bien, o que se enferma muy seguido. Esa es mi meta.

Dos horas meas tarde, después que los bebes fueron medidos y todas las madres habían sido escuchadas, habíamos logrado nuestro propósito en la comunidad, pero Mónica no se marchó. Ellas visito las aulas, y comenzó a hablar con los niños. Yo la seguí a una de las clases, ella se encontraba acurrucada junto a una niña conversando con ella. Observé a la niña sonriente y bebiendo de su botella de agua que estaba casi vacía. Mónica le pregunto si había bebido toda el agua de su botella, ella se sonrojó y afirmó con su cabeza.

‘Gua, esto es fantástico.’ Comentó Monica.

Mientras salíamos, pude notar que la niña estaba llenando de nuevo su botella.

Mónica sabe que la pequeños detalles son relevantes. Hablar con los niños mientras se visita la escuela es importante, no es nada más salir de la escuela al finalizar su actividad y dejar las cosas. Ponerle atención a detalles es esencial.

Hace alguno meses entrevisté a Mónica, y le pregunté si ella se sentía como una líder antes de unirse al equipo de MM. ‘No respondió.’ moviendo su cabeza. ‘Resulta muy difícil verse como una líder, cuando el mundo no la reconoce a uno como tal.’

¿Y ahora? le pregunté

‘Si ahora soy una líder.’ Respondió

¿Cuál es el logro que la ha hecho sentir más orgullosa siendo Líder comunitaria?

Mónica como Coordinadora comunitaria se ha anotado numerosos logros. En una de la comunidades donde trabajó el año pasado, se ha erradicado  por completo el problema de los piojos. En otra de sus comunidades trabajó arduamente para reducir los casos de desnutrición crónica.

Mónica fue muy rápida al mencionar que de lo que más se sentía orgullosa era su trabajo con las madres. ‘Me encanta ver con atención cuando se enciende un chispazo en la madres con los cambios que logran en sus hogares. Y comienzan a poner mayor atención a la manera de criar a sus niños, o cómo se notan los hábitos de higiene en sus casas. Ella comenzó a nombrar a las  madres individualmente y los cambios que ha notado.

¿Sabe de qué más me siento orgullosa? Ella agregó, ‘Me siento orgullosa de Raúl’

Raúl es su hijo de 12 años, quien se graduó del sexto grado el año pasado  de una de nuestras escuelas asociadas.

Mónica y Raul

Raúl ha aprendido de mí, a cómo ser un líder. y ahora es el presidente de su clase en la escuela en su grado intermedia. Él ha estado abogando con su maestro para obtener un filtro de agua para su aula. y asegurándose que todos sus compañero/as traigan su botella de agua a la escuela.

Pienso que esto es lo mejor que hacemos en Mil Milagros, hallamos nuestras líderes y las ayudamos a que descubran sus propias habilidades. Nos encargamos de capacitarlas para que desarrollen sus destrezas y ellas mismas transmitan los resultados a sus familias, comunidades, y a otros. Ahora Mónica, quien nunca se percibió como una líder, reconoce que sí es una, y que por ella otras personas han transformado sus vidas, y esto se le llama impacto. Me siento afortunada de trabajar con personas como Mónica, y a la vez agradecida con aquello/as como ustedes que comprenden y saben valorar lo que significa capacitar a líderes de cambio.